La organización del tiempo y el espacio en un aula escolar es básica para el buen funcionamiento de la rutina escolar, y para que el proceso de enseñanza-aprendizaje sea lo más óptimo posible.
Desde el punto de vista de la organización del espacio es fundamental que los niños/as lo perciban como algo suyo. Ha de adaptarse a sus necesidades, previendo que los niños/as dispongan de lugares propios y de uso común para compartir, para estar solos o para relacionarse con los demás, espacios para realizar un determinado tipo de actividades, etc. Teniendo en cuenta todo ello las clases se organizan en rincones que se adaptaran a las características de cada nivel. Entre ellos están el rincón de la alfombra, de la asamblea, biblioteca, construcciones, juego simbólico, el ordenador, los puzzles…
Estos rincones van a permitir fomentar la autonomía del niño, desarrollar su lenguaje oral, potenciar un enriquecimiento mutuo entre los niños que comparten el espacio, facilitar el aprender jugando, estimular el desarrollo potencial de los niños así como su creatividad e imaginación… A través del recurso del espacio por rincones procuramos la interacción de grupo y ayuda de unos a otros a través de grupos abiertos que van a facilitar la comunicación verbal y no verbal.
Desde el punto de vista de la organización del tiempo debemos decir que es de suma importancia la distribución del tiempo de cada día, ya que tiene valor educativo en sí mismo: permite al niño/a no sólo experimentar que el tiempo pasa en la escuela sino que empieza a medirlo.  Al principio es un tiempo vacío, un espacio temporal que separa la hora de la llegada de la hora de la salida, pero se transforma poco a poco en un elemento educativo más del trabajo diario en clase.
Debemos pues, tener en cuenta estas cuestiones fundamentales:
- Tiene que existir un tiempo para todos.
- El tiempo no es igual para todos, cada niño tiene su propio ritmo que ha de ser respetado.
- El tiempo y sus divisiones tienen que permitir todo tipo de contactos, relaciones y experiencias.
- Ha de respetar las necesidades de los niños/as combinando tiempos de actividad con períodos de descanso y actividades individuales con relaciones en grupo.
Planificando rutinas diarias tales como el saludo a la entrada, asamblea, aseo, el tiempo del desayuno, la realización de actividades en grupo e individuales, la despedida…, servirán a los niños/as para interiorizar la noción del tiempo lo cual es la base para conseguir un clima de seguridad, confianza y estabilidad para los más pequeños. Seguir una rutina diaria, ayuda al desarrollo emocional, aún a sabiendas de que el respeto al horario tiene grandes connotaciones educativas, debemos evitar las prisas y la rigidez.  A lo largo de la rutina diaria se favorecerán todo tipo de agrupamientos; grupales como la asamblea y almuerzo, individuales como el trabajo personal de mesa, de pequeño grupo en los rincones y de gran grupo en el patio.